Se presentan algunos de los modelos de negocio que
posibilitan las tecnologías de la Industria 4.0:
Empresas centradas en el cliente: Las empresas que organizan
su producción de forma flexible, para brindar exactamente lo que quiere el
cliente. Ya no fabrican para tener stocks de venta, sino que fabrican sobre el
pedido (on demand).
Productos inteligentes: trabajan sobre productos existentes
para agregarles valor, incorporando en ellos servicios y tecnologías que
permitan mayores prestaciones y funcionalidades.
Tiendas online: ofrecen a sus clientes la posibilidad de
comprar por un canal digital, disminuyendo así costos de intermediarios y
gastos relacionados con locales comerciales, mientras expanden su mercado y
obtienen datos que les permiten tomar decisiones estratégicas.
Más cerca de los centros de consumo: empresas que buscan
soluciones para tener una relación más directa con el consumidor. Las
respuestas inmediatas a los requerimientos de los clientes logran un mayor
nivel de satisfacción en estos últimos. Algunos ejemplos son la relocalización
de la producción (más cerca al centro de consumo) o reducir la cantidad de
intermediarios.
Plataformas de innovación abierta: Compartir know-how con
otras empresas (incluso competidoras en el mismo sector) puede permitir una
mayor velocidad para la innovación, reduciendo costos y riesgos asociados a los
procesos de I+D+i.
En síntesis, los
países emergentes deben encontrar nuevas formas de inserción en el comercio
internacional y en cadenas globales de valor cada vez más flexibles y
conectadas. Por lo tanto, a fin de evitar la profundización de la brecha que
los separa de los países desarrollados, los países emergentes se ven desafiados
a promover con urgencia la penetración y adopción de tecnologías 4.0 y la transformación
digital en sus ecosistemas productivos. Todo esto exige un fortalecimiento de
los ecosistemas locales de innovación y un cambio cultural y filosófico que el
Estado puede acompañar a través de distintos instrumentos y políticas.